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En la madrugada del 22 de junio de 2025, el presidente de los Estados Unidos decidió atacar tres instalaciones nucleares ubicadas en Irán. Una vez finalizado el bombardeo, Donald Trump ofreció un discurso a la nación para comunicar su decisión a la ciudadanía y justificar el ataque a dicho país. Aquí puede leer la traducción al español de su intervención.
Algunos medios consideran la acción militar estadounidense como una “entrada en guerra contra Irán”, que ahora “se reserva todas las opciones para defenderse” y eso preocupa enormemente a la comunidad internacional. Pero más allá de las consecuencias de este acto unilateral, es interesante analizar el modo en que el presidente de EE. UU. emplea el lenguaje para anunciar el ataque a sus conciudadanos.
La teoría de las guerras justas
Trump y su gabinete de prensa conocen a la perfección la importancia que tienen los discursos a la hora de convencer a la ciudadanía de las acciones bélicas del Gobierno. Para respaldar sus polémicas decisiones, son especialmente útiles los principios formulados por la teoría de las guerras justas. De hecho, el análisis crítico de su discurso refleja que, en sus declaraciones, están presentes hasta 9 de los 10 principios formulados por esta teoría.
1. Una causa justa
Trump describe la operación militar como una acción patriótica para eliminar la “amenaza” nuclear que representa Irán (no solo para Israel, sino también para Oriente Próximo y el mundo). También George Bush recurrió al miedo a las “armas de destrucción masiva” para otorgar legitimidad a la guerra de Irak en marzo de 2003.
2. No queda otra opción
Se recurre a esta intervención militar como último recurso, como se desprende de las palabras de Trump cuando explica que no podía seguir permitiendo las atrocidades de Irán y había decidido ponerles fin. Sin embargo, el presidente estadounidense no menciona que había incumplido el ultimátum de dos semanas que le había dado a Irán si quería evitar represalias. Y es que, según algunos medios, esta era simplemente una maniobra de despiste de Trump para atacar Irán por sorpresa.
3. Autoridad legítima
Trump fundamenta su decisión tanto en su autoridad política (como actual presidente de los Estados Unidos) como en otra de carácter religioso, pues da a entender que Dios está de su lado y del de Israel cuando dice que quiere dar las gracias a todo el mundo, pero particularmente a Dios, y le pide que proteja y bendiga a Oriente Próximo, Israel y América.
4. Defenderse de un peligro
Trump califica despectivamente a Irán como “the bully of the Middle East”, es decir, el “matón de Oriente Próximo”, y lo acusa de desearle la muerte a América e Israel, de la matanza de cientos de miles de personas y de mutilaciones “de brazos y piernas, con bombas colocadas en las carreteras”. A esto se une la amenaza nuclear a la que nos referíamos antes en el primer punto. Su ultimátum es claro: las dos únicas alternativas de Irán son optar por la paz o por la tragedia.
5. Buenas intenciones
Una de las características de los discursos populistas es la presentación del líder como un héroe que salvará a la patria. En su discurso, el mandatario estadounidense se muestra ante el pueblo como aquel que acabará con una amenaza global, al exponer que su objetivo es evitar los peligros del que define como “el Estado número 1 del mundo en promover el terror”.
6. Expectativas razonables de éxito
Trump insiste en que Estados Unidos es la única potencia mundial capaz de llevar a cabo una operación militar de tal envergadura, con la suficiente precisión y en un margen muy limitado de tiempo. Dedica también numerosos elogios al ejército estadounidense por el éxito logrado en las centrales nucleares de Irán y a Netanyahu, a quien llama cariñosamente “Bibi” y le agradece su colaboración.
7. El fin justifica los medios
Afirma Trump que “si no firman la paz, los próximos ataques serán peores”. Con esta amenaza explícita, apela al miedo a una intensificación de la respuesta militar para lograr su objetivo, pese a que ello conlleve una guerra que destruya las centrales nucleares y contamine la zona de radioactividad, o suponga la muerte de civiles.
8. Promesa de final feliz
El resultado final ha de ser mejor que la situación anterior al conflicto armado. Para manipular a la opinión pública, primero se presenta el problema, cuyo peligro se enfatiza, y luego se ofrece una solución que reduzca el miedo (en este caso, a la construcción de un arma nuclear por parte de Irán).
9. Fuerza proporcional al daño sufrido
El uso de la fuerza ha de ser proporcional al daño sufrido. En su discurso, Trump se refiere tanto a los daños ya padecidos por la población de Israel (y de Oriente Próximo) como a otras amenazas futuras si nadie frena la actividad nuclear iraní. Para este fin, utiliza léxico con connotaciones negativas, como los sustantivos “terror”, “tragedia” y “destrucción”, y los adjetivos “letal” y “terrible”.
10. Mínimo posible de víctimas civiles
Evitar, en la medida de lo posible, las víctimas civiles es el único principio que no se observa explícitamente en el mensaje de Trump, aunque sí de una forma más implícita cuando menciona la “precisión” de los bombardeos, ya que se podría entender que la ofensiva quedará limitada a objetivos militares, pero no será extensible a la población civil.
Una idea manipulada de la justicia
Todas esas “armas” lingüísticas le sirven para construir un discurso en el que las acciones militares son presentadas como inevitables desde una idea manipulada del concepto de “justicia”. El objetivo es convencer a la población de la necesidad patriótica de adoptar medidas urgentes que eviten el desastre.
Este tipo de mensajes provocan distorsiones cognitivas en la audiencia mediante el contraste entre “nosotros” (los patriotas que desean salvar al mundo) y “ellos”, y la magnificación intencional de la amenaza.
De este modo, se despierta el miedo y el odio hacia un enemigo dispuesto a construir un arma nuclear de efectos letales, y eso nos hace más propensos a ser manipulados y a aceptar que las guerras son justas y necesarias.

Alicia Mariscal no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.