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El rover Curiosity de la NASA en Marte se tomó esta selfie en un lugar
apodado Mary Anning, en honor a una paleontóloga inglesa del siglo XIX.
Crédito: NASA/JPL-Caltech/MSSS |
Nuevas observaciones sugieren que Marte guardó agua bajo sus dunas durante largos periodos, y con ello espacios potencialmente habitables que sobrevivieron al secado superficial del planeta. Investigadores de NYU Abu Dhabi han identificado evidencias en el Gale Crater —la misma región explorada por el rover Curiosity— que indican que antiguas dunas se consolidaron lentamente en roca tras el contacto prolongado con agua subterránea hace miles de millones de años.
El estudio, publicado en Journal of Geophysical Research – Planets y liderado por la investigadora Dimitra Atri con Vignesh Krishnamoorthy como asistente de investigación, compara las observaciones de Curiosity con formaciones arenosas cementadas de los desiertos de Emiratos Árabes Unidos. En ambos casos, el proceso es similar: el agua que se filtra desde un relieve cercano empapa la arena desde abajo, deposita minerales como la yeso (gypsum) y acaba preservando rasgos que pueden atrapar materia orgánica.
Los autores proponen que el agua no solo estuvo presente en lagos y ríos superficiales: tras la desaparición de esas masas de agua, flujos subterráneos persistentes —provenientes de montes o acuíferos locales— impregnaron las capas de arena, creando microambientes protegidos. Estos nichos subterráneos serían menos expuestos a la radiación y a la erosión, condiciones que los hacen especialmente interesantes para la búsqueda de restos biológicos.
En la práctica, las pequeñas grietas y poros de las dunas actuaron como conductos por donde el agua ascendía y humedeció el sustrato desde abajo. Al evaporarse o reagruparse químicamente, el agua dejó sales y sulfuros que favorecieron la cementación del sedimento y la formación de capas rocosas capaces de conservar señales químicas durante miles de millones de años.
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Vehículo explorador Curiosity. Crédito: NASA/JPL/Caltech |
El hallazgo no solo amplía el mapa de lugares prometedores en Marte; cambia la narrativa temporal de su habitabilidad. Como dice Atri, Marte no pasó de estar “húmedo” a “seco” de un día para otro: existieron fases intermedias en las que el agua continuó moviéndose bajo la superficie y protegiendo posibles biofirmas en entornos relativamente estables.
Minerales como el yeso son objetivos clave para futuras misiones porque, además de indicar la presencia de agua, tienen la capacidad de atrapar y preservar compuestos orgánicos. Esa propiedad convierte a las dunas cementadas de Gale Crater en blancos prioritarios para instrumentación capaz de detectar moléculas orgánicas o microfósiles.
La comparación con análogos terrestres refuerza la interpretación: procesos observados en los desiertos de la Tierra ayudan a decodificar las señales que Curiosity aporta desde Marte. Esto subraya la utilidad de estudiar ambientes terrestres semejantes para diseñar estrategias de muestreo que maximicen las posibilidades de hallar evidencia de vida pasada.
En conjunto, la investigación de NYU Abu Dhabi sugiere que el subsuelo marciano ofreció, en varios episodios, condiciones estables y protectoras para la química prebiótica o incluso para formas microbianas primitivas. Esos retiros ocultos bajo la arena amplían la lista de lugares donde ahora conviene buscar rastros de vida antigua.
Fuentes, créditos y referencias:
Vigneshwaran Krishnamoorthi et al, Aeolian Sediment Lithification From Late‐Stage Aqueous Activity in the Gale Crater: Implications for Habitability on Mars, Journal of Geophysical Research: Planets (2025). DOI: 10.1029/2024je008804

