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El 28 de abril de 2025, un apagón masivo dejó sin suministro eléctrico a millones de personas en España y Portugal durante varias horas. Las redes sociales se llenaron rápidamente de fotos de calles colapsadas por el tráfico, comercios cerrados y ciudadanos desconcertados. Pero una imagen en particular volvió a captar la atención del público: las estanterías vacías de papel higiénico en los supermercados.
La escena evocaba recuerdos recientes: el inicio de la pandemia de covid-19 en marzo de 2020, cuando la incertidumbre generalizada y el miedo al confinamiento impulsaron adquisiciones masivas de productos considerados esenciales. Aunque el origen de ambas crisis es radicalmente distinto, el comportamiento colectivo de compra compulsiva se repite.
Pero ¿qué impulsa a la población a acaparar papel higiénico ante cualquier tipo de amenaza?
Desabastecimiento en tiempos de pandemia
Durante los primeros meses de la pandemia del coronavirus, la venta de papel higiénico se multiplicó hasta por cinco en algunos países. Las imágenes de personas empujando carros llenos de rollos se volvieron virales, generando al mismo tiempo alarma y burla. Diversos estudios han tratado de comprender este fenómeno desde distintas perspectivas.
Una revisión realizada por el grupo del investigador español Javier Labad identificó varios mecanismos que podrían explicar este comportamiento. Entre ellos, destacan los sesgos cognitivos sociales como el “efecto bandwagon” (cuando las personas imitan comportamientos observados en otros) y el estrés provocado por la situación.
La percepción de escasez, magnificada por redes sociales y medios de comunicación, incrementó la ansiedad y llevó a muchas personas a actuar de forma impulsiva. El mismo estudio identificó un papel significativo de ciertos rasgos de personalidad, como la conscientiousness tendencia a ser organizado, prudente y previsor que se asocia con un mayor acopio de productos, y la emotionality (ansiedad, dependencia emocional), que se relaciona con una mayor percepción de amenaza.
Curiosamente, este comportamiento fue más frecuente en países como Australia, Japón o Taiwán, lo cual apunta a la existencia de diferencias culturales en la reacción al riesgo.
Por otro lado, un artículo australiano del Centre for Emotional Health hizo una distinción entre el acaparamiento reactivo por crisis y el trastorno de acumulación patológico (hoarding disorder), que requiere criterios clínicos para su diagnóstico. Según los autores, el acopio puntual de papel higiénico ante situaciones de emergencia no debe patologizarse, aunque puede generar consecuencias sociales como desabastecimiento y tensiones entre los consumidores.
Símbolo cultural de seguridad
Aunque pueda parecer anecdótico, este producto tiene un fuerte valor simbólico en muchas culturas occidentales. Como señala el sociólogo australiano Jon Stratton, representa una parte esencial de la vida moderna, vinculada al control, la higiene personal y la dignidad. Su posible escasez se vive como una amenaza directa a nuestra rutina civilizada. En este sentido, comprar papel higiénico no responde necesariamente a una necesidad inmediata, sino a un deseo de conservar una sensación de orden en medio del caos.
Durante la pandemia de covid-19, hubo intentos de explicar el fenómeno por causas fisiológicas: aproximadamente un 10-12 % de pacientes presentaban diarrea como síntoma. Sin embargo, como apunta Labad, estas explicaciones no justifican el comportamiento colectivo global, ya que las compras masivas se produjeron antes incluso de que se conociera esa característica del virus. El factor más determinante parece haber sido la incertidumbre y la forma en que las personas buscaron aferrarse a algo tangible para recuperar el control.
Esta conducta no es nueva. En 1973, un simple chiste del comediante Johnny Carson sobre una posible escasez de papel higiénico provocó una ola de compras en Estados Unidos.
Recientemente, el toilet paper challenge (reto viral en YouTube y TikTok que consistía en hacer malabares con un rollo de papel higiénico) nos mostró hasta qué punto este objeto se ha convertido en un icono emocional colectivo.
Del confinamiento al apagón: patrones que se repiten
El reciente apagón reactivó patrones de comportamiento similares a los observados durante la crisis del covid-19. Aunque no hubo riesgo sanitario inmediato ni cierre de fronteras, la interrupción de servicios básicos generó una percepción de vulnerabilidad que activó respuestas instintivas de autoprotección.
Este fenómeno puede entenderse como una percepción del riesgo. En los casos de que la causa es incierta o invisible (como un virus, un fallo eléctrico o un ciberataque), las personas tienden a sobrecompensar adquiriendo bienes que asocian con seguridad. El papel higiénico, al no caducar, tener un uso cotidiano y ocupar espacio visible en casa, cumple ese rol de “reserva de tranquilidad”.
En este sentido, tanto el acaparamiento durante la pandemia como el observado tras el corte del servicio eléctrico deben verse como expresiones de una misma lógica emocional: el deseo de controlar lo incontrolable.
En una sociedad saturada de información, pero vulnerable a la desinformación y a los rumores virales, estas reacciones colectivas no son irracionales, sino, a fin de cuentas, profundamente humanas.

José Miguel Soriano del Castillo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.