Algunas orquídeas tienen «dedos» para polinizarse

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La diminuta orquídea Stigmatodactylus sikokianus recibió su nombre en 1891 por el apéndice en forma de dedo de su estigma. Ahora, más de 130 años después, el botánico de la Universidad de Kobe SUETSUGU Kenji ha descubierto que esta estructura permite a la planta autopolinizarse cuando los insectos no consiguen transferir el polen de otra planta. IKEDA Tetsuro

En 1889, el famoso botánico japonés Makino Tomitaro descubrió una especie única de orquídea, la Stigmatodactylus sikokianus, que destacaba por su característico apéndice en forma de dedo en el estigma, la parte femenina de la flor que recibe el polen. Durante más de un siglo, la función de esta peculiar estructura ha sido un misterio. Una reciente investigación del botánico Suetsugu Kenji, de la Universidad de Kobe, ha desvelado su propósito, revelando un novedoso mecanismo de autopolinización en las orquídeas.

El estudio de Suetsugu se centró en las estrategias reproductivas de la planta, sobre todo teniendo en cuenta su hábitat en el oscuro sotobosque de los bosques, donde suele crecer entre la hojarasca y carece de néctar para atraer a los polinizadores. Mediante una observación meticulosa, descubrió que la S. sikokianus depende principalmente de la autopolinización retardada, que se produce unos tres días después de la apertura de las flores. Este retraso da tiempo a una posible polinización cruzada por insectos que, debido al entorno de la planta y a la falta de néctar, es poco frecuente. La autopolinización retardada actúa como mecanismo de seguridad, asegurando el éxito reproductivo cuando no se produce la polinización cruzada, equilibrando así los beneficios de la diversidad genética con la garantía de la reproducción.

El análisis microscópico reveló que, al tercer día de la floración, el estigma se colapsa y el apéndice en forma de dedo entra en contacto con la antera, la parte de la flor que produce el polen. Este contacto facilita la transferencia del polen al estigma, lo que permite la fecundación. Suetsugu señala: «El movimiento del apéndice del estigma representa, hasta donde sabemos, un novedoso mecanismo de autopolinización en las orquídeas». Este descubrimiento no sólo resuelve un antiguo misterio botánico, sino que también pone de relieve las intrincadas adaptaciones evolutivas que pueden desarrollar las plantas para garantizar su supervivencia.

El género Stigmatodactylus comprende 28 especies, muchas de las cuales comparten esta estructura única del estigma, lo que sugiere que este mecanismo de autopolinización puede estar muy extendido dentro del género. Suetsugu subraya la importancia de integrar la taxonomía, la ecología y la biología evolutiva para descubrir fenómenos de este tipo, y afirma: «Este estudio demuestra que la investigación tradicional de la historia natural, que unifica taxonomía, evolución y ecología, aún tiene el poder de descubrir nuevos fenómenos hoy en día.»

Fuentes, créditos y referencias:

Imagen: La diminuta orquídea Stigmatodactylus sikokianus recibió su nombre en 1891 por el apéndice en forma de dedo de su estigma. Ahora, más de 130 años después, el botánico de la Universidad de Kobe SUETSUGU Kenji ha descubierto que esta estructura permite a la planta autopolinizarse cuando los insectos no consiguen transferir el polen de otra planta. IKEDA Tetsuro

Kenji Suetsugu. Dactyliform appendage contributes to delayed selfing in the diminutive orchid Stigmatodactylus sikokianus. PLANTS, PEOPLE, PLANET, 2025; DOI: 10.1002/PPP3.10624

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