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| Reconstrucción artística del cáliz ˁAin Samiya (Estudios Luwianos n.º 5053). Crédito: Revista de la Sociedad del Antiguo Cercano Oriente «Ex Oriente Lux» (2025). DOI: 10.5281/zenodo.17594729 |
El pequeño vaso de plata conocido como la copa de ˁAin Samiya vuelve a estar en el centro del debate arqueológico. Después de volver a estudiar sus grabados, un equipo internacional propone que su mensaje no narra una versión temprana del mito babilónico Enuma Elish, como se creyó por décadas. Ahora apuntan a algo mucho más sereno: una de las primeras representaciones de cómo habría nacido el universo, contada sin violencia y con una visión sorprendentemente armoniosa.
La copa apareció en 1970 en una tumba de las colinas de Judea y fue nombrada por la aldea palestina cercana. Con apenas 8 centímetros de alto, el objeto remonta al periodo del Bronce Intermedio (2650–1950 a. C.). Debido a que muchas comunidades de la época eran nómadas, piezas como esta —especialmente rescatadas de enterramientos— son claves para reconstruir su imaginario simbólico. Los investigadores creen que su diseño se inspiró en el sur de Mesopotamia, aunque la fabricación probablemente ocurrió más al norte, quizá en Siria, donde la plata era abundante.
A pesar de los daños, los expertos pudieron recrear casi por completo su decoración. En la primera escena, un ser híbrido —mitad humano, mitad animal— sostiene plantas, mientras un rosetón o emblema celeste aparece entre sus piernas. Por comparaciones con arte contemporáneo, se interpreta que sus extremidades pertenecen a dos toros divididos desde un mismo cuerpo. A su lado se mantiene un gran serpiente, erguida y dominante. En la segunda escena, más tardía, dos figuras humanas sostienen los extremos de un creciente lunar que cobija un rostro dentro del sol. Aquí, la serpiente yace bajo el creciente, más calmada.
Durante mucho tiempo se insistió en que estas escenas eran una versión temprana del Enuma Elish, el relato en el que Marduk derrota a Tiamat y con su cuerpo crea el cosmos. Sin embargo, el vaso no muestra ninguna confrontación, un punto elemental en ese mito. Además, cronológicamente no encaja: la adopción cultural del Enuma Elish llegó unos mil años después de la fabricación de la copa.
Un nuevo análisis elaborado por especialistas de la Universidad de Zúrich y la Universidad de Toronto replantea el origen del relato representado. En lugar de una creación surgida de la violencia, proponen que la copa describe un tránsito desde el caos hasta la organización del universo. La primera escena ilustraría el nacimiento de un dios solar desconocido, mientras que la segunda mostraría cómo ese mismo dios logra establecer el orden cósmico.
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| Recreación de la obra de arte que aparece en la copa. Crédito: Journal of the Ancient Near Eastern Society “Ex Oriente Lux” (2025) |
Los autores destacan que el artista transmitió el paso del tiempo con recursos visuales mínimos. En la izquierda, el sol es pequeño, recién nacido; en la derecha, se muestra pleno y radiante. Además, ambos dioses mantienen el mismo tamaño, un guiño a su inmortalidad, aunque sí hay señales de cambio: en la segunda escena llevan túnicas, adornos y hasta algunos pliegues en el cuello, insinuando un envejecimiento simbólico. Incluso la serpiente refleja esta transición: primero firme y desafiante, luego encorvada, como si el equilibrio recién alcanzado la hubiera domesticado.
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| Dos lados del cáliz original descubierto en 1950. Crédito: Recreación de la obra de arte que figura en la copa. Crédito: Revista de la Sociedad del Antiguo Cercano Oriente “Ex Oriente Lux” (2025). |
Para sustentar esta lectura, los investigadores compararon la copa con otras representaciones cosmológicas del Cercano Oriente. Hallaron paralelos claros: barcos lunares que transportan astros, entidades híbridas toro-humano y símbolos solares presentes en Egipto, Anatolia y Mesopotamia. Sin embargo, no todos los expertos están convencidos. Algunos señalan que podría aludir a otros relatos mitológicos, como el ciclo de Baal.
Aun así, hay acuerdo en algo fundamental: la copa es extraordinaria para un periodo donde la evidencia arqueológica escasea. Su presencia en una tumba revela su profundo valor simbólico. Según los investigadores, su función final era acompañar al difunto en un viaje asociado al recorrido del sol, un tránsito que, según su cosmovisión, conducía al más allá.
Fuentes, créditos y referencias:
Eberhard Zangger et al, The Earliest Cosmological Depictions: Reconsidering the Imagery on the ˁAin Samiya Goblet, Journal of the Ancient Near Eastern Society "Ex Oriente Lux" (2025). DOI: 10.5281/zenodo.17594729


