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Un equipo de astrónomos de la Universidad de California en Irvine acaba de identificar un planeta fuera de nuestro sistema solar que despierta un interés especial: se encuentra en la zona habitable de su estrella, la región donde la temperatura permite que exista agua líquida en superficie. Para quienes estudian la vida en el cosmos, ese detalle siempre enciende las alarmas de entusiasmo.
El planeta, bautizado como GJ 251 c, está en una zona relativamente cercana dentro de la Vía Láctea. Todo apunta a que es rocoso y varias veces más masivo que la Tierra; eso lo coloca en la categoría de supertierra, un tipo de planeta que comparte estructura similar a la nuestra pero con mayor tamaño. Estos mundos son especialmente atractivos porque podrían mantener atmósferas densas y estabilidad térmica, dos ingredientes importantes para la habitabilidad.
Los investigadores detallan su análisis en un estudio publicado recientemente en The Astronomical Journal. Para Paul Robertson, profesor asociado de física y astronomía en UC Irvine, lo que hace realmente especial este hallazgo es la proximidad de su estrella anfitriona: solo 18 años luz. En términos cósmicos, eso es prácticamente ser vecinos.
GJ 251 c gira alrededor de una estrella enana M, un tipo de estrella muy común en la galaxia. Estas estrellas suelen mostrar una actividad intensa: manchas frías en su superficie llamadas starspots y flares, que son explosiones repentinas de energía. Ese comportamiento puede imitar las señales sutiles que los astrónomos buscan para detectar planetas, lo que complica saber si un candidato es real o solo un efecto de la actividad estelar.
Aun así, la corta distancia con respecto a la Tierra convierte a GJ 251 c en un objetivo excelente para la nueva generación de telescopios gigantes. El equipo menciona al futuro Thirty Meter Telescope (TMT): sus espejos masivos podrán captar mundos extremadamente débiles y, con suerte, obtener imágenes directas de exoplanetas como este. La observación directa permitiría analizar su atmósfera y buscar señales de agua.
El planeta fue detectado gracias a datos del Habitable-zone Planet Finder (HPF) y del instrumento NEID, ambos diseñados para detectar cambios diminutos en el movimiento de una estrella. El método se basa en las variaciones de la luz estelar causadas por la gravedad del planeta al tirar ligeramente de su estrella. Estas oscilaciones se conocen como señales de velocidad radial.
HPF tiene una ventaja importante: trabaja en el infrarrojo, donde el ruido generado por la actividad de las enanas M es menor. Así, el equipo consiguió un nivel de precisión suficiente como para clasificar a GJ 251 c como un candidato sólido a exoplaneta. Aun así, los investigadores insisten en que se necesita una imagen directa para confirmar todos sus parámetros.
En palabras del autor principal, Corey Beard, el descubrimiento es significativo, pero todavía hay incertidumbres ligadas a los instrumentos actuales. Por eso destacan la importancia de la próxima generación de telescopios y, sobre todo, de que la comunidad científica continúe estudiando este sistema.
Numerosos colaboradores participaron en el proyecto, incluida la Universidad de California en Los Ángeles, la Universidad Estatal de Pensilvania, instituciones de los Países Bajos y la Universidad de Colorado en Boulder. El trabajo fue financiado por programas de la NSF y NASA enfocados en la búsqueda y caracterización de exoplanetas.
Si GJ 251 c logra confirmarse como un mundo realmente habitable, se sumaría a la corta pero creciente lista de lugares del vecindario cósmico que podrían, algún día, responder la gran pregunta: ¿estamos solos?
Fuentes, créditos y referencias:
Discovery of a nearby Habitable Zone Super-Earth Candidate Amenable to Direct Imaging, The Astronomical Journal (2025). DOI: 10.3847/1538-3881/ae0e20

